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El misterio de Boletes” es la primera novela de Francisco del Río y está publicada por la editorial Círculo Rojo (2017). En sus 750 páginas se desarrolla una historia ficticia, pero todos los lugares que aparecen son reales.
El autor es un investigador nato, un insatisfecho del conocimiento que decidió hacer de su afición por la lectura y la búsqueda en diccionarios y enciclopedias una novela con el fin de experimentar y plasmar una pequeña parte del conocimiento adquirido. Este afán de conocimiento no se detiene en la creación de una novela con una trama y unos personajes que protagonizan una historia determinada. No. Francisco del Río es un incansable buscador del interior de su persona, de su intuición, y trata de averiguar hacia dónde le lleva ese descubrimiento y qué debe hacer en consecuencia. Por ello, a su afán investigador hay que añadir los numerosos viajes a otros países, sumergiéndose en sus culturas siempre acompañado de su inseparable cuaderno de campo. Y de todo este trabajo de investigación y creación surge “El misterio de Boletes”.
La mayor atracción de esta novela radica en la similitud de su trama con el tema de las desapariciones en el Triángulo de la Bermudas y los vórtices, si bien no es el tema principal. La historia se centra en un personaje ficticio, Tamón, que es un príncipe fenicio. Pero no es el único aspecto desarrollado. El misterio de Boletes da para mucho más.
La historia de El misterio de Boletes comienza con la inquietante desaparición de un barquito pesquero y cómo se procede a investigar este suceso. Un experto en naufragios, el director de un museo y su ayudante se encargan de seguir unas pistas que les llevarán a numerosos lugares repartidos en varios países del mundo.
Toda la novela es, en realidad, la búsqueda de un enigma para que se nos van mostrando unas pistas. Y estas pistas están al descubierto para el lector y puede jugar a resolverlas por sí mismo. Como no podía ser de otra forma dada la característica referida del autor acerca de ese afán constante por el conocimiento o la investigación, las resoluciones de las pistas pueden no ser sencillas para todos los lectores. No todos conocerán los cuadrados mágicos ni tendrán conocimientos suficientes para resolver matrices, pero habrá quien sí los tenga y podrá resolverlas de igual manera que los protagonistas. Aunque la espectacular habilidad del escritor es haber escrito el libro también para aquellos que no sean portadores de tanto estudio. Es decir, muestra una detallada explicación acerca de cómo se han resuelto estos problemas.
Si decimos de esta novela que es una gran novela, no solo nos referimos a su extensión. También es impresionante la cantidad de temas, lugares y aventuras que recoge. Además de la semejanza con el Triángulo de las Bermudas, otros paralelismos estructuran la historia desde el punto de vista de la acción. Como si de Indiana Jones se tratara, arqueólogos buscan objetos legendarios por todo el mundo, enfrentándose a siniestros personajes. También, por la multitud de enigmas y misterios puede recordarnos a El código Da Vinci, pero estas son comparaciones tomadas a la ligera, ya que El misterio de Boletes luce con un merecido brillo propio.
A lo largo de la novela nos encontramos con subtramas que, si bien son importantes para la trama principal, podían haber sido tratadas de manera mucho más superficial. Sin embargo, el autor nos regala varias de estas escenas “independientes” como en el incidente del submarino. En estas escenas el autor demuestra su capacidad para cambiar de un género a otro y, sobre todo, sus enormes conocimientos de sus técnicas de narración.
Esos conocimientos y la enorme cantidad de documentación aportada son, como ya hemos dicho, una de las características fundamentales de este libro. Conocimientos de navegación, aeronáutica, geografía, historia y matemáticas (entre otros) hacen la novela extraordinariamente verosímil. No solo nos cuenta o explica los hechos, es que el autor se encarga de demostrarlos. La mayor parte de la documentación no es solo precisa, sino que es fácilmente comprobable. Y no solo se trata de que, por ejemplo, una playa esté perfectamente descrita: realmente existe y el autor nos muestra los mapas para identificarla y localizarla. En cierto modo, parece un reto para el lector. Es como si le dijeran: “Atrévete a comprobar por ti mismo lo que se cuenta en esta novela”. Lugares como Cartagena (Murcia) y alrededores, Túnez, Argelia, las islas Canarias, Inglaterra están descritas con gran realismo y esto hace que dote de credibilidad a los demás escenarios de la historia que realmente no existen.
Esta reseña no puede finalizar sin mostrar un fragmento que recoge otro aspecto importantísimo en el bagaje cultural de escritor:
“—Como ya habrán adivinado yo no creo en la casualidad. Los presentes, boquiabiertos, no sabían de nuevo a qué atenerse.
—Me estoy refiriendo a que las cosas no suceden fruto del ‘azar’ o de la ‘casualidad’. Me temo que lo que trato de explicarles es que los hechos que hacemos en nuestra vida se encuentran ya premeditadamente estudiados y diseñados de antemano por alguna clase de ‘Super Inteligencia’, llámenla divina si lo desean.
—¿Se refire usted al Destino o a Dios? —interpeló el arqueólogo.
—Llamémoslo así para que nos entendamos, ¡sí! Dios y el Destino son lo mismo.”
Así pues, Francisco del Río explica en una entrevista que está convencido de que todos y cada uno de nosotros, los seres humanos, llevamos dentro un ajustador personal que nos conecta directamente con Dios y nos guía a través de la vida en la imperfección o en la carne, y en su caso no ha sido diferente. Dice que algo tira de cada uno de nosotros y nos lleva a hacer cosas sorprendentes, y que no estamos solos, ni muchísimo menos.
Con estas palabras, solo cabe decir que en El misterio de Boletes el tópico de “basado en hechos reales” se queda corto para abarcar todo lo que la obra representa y eso mismo es lo que la hace verdaderamente atrayente e inquietante a la vez.
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El misterio de Boletes” es la primera novela de Francisco del Río y está publicada por la editorial Círculo Rojo (2017). En sus 750 páginas se desarrolla una historia ficticia, pero todos los lugares que aparecen son reales.
El autor es un investigador nato, un insatisfecho del conocimiento que decidió hacer de su afición por la lectura y la búsqueda en diccionarios y enciclopedias una novela con el fin de experimentar y plasmar una pequeña parte del conocimiento adquirido. Este afán de conocimiento no se detiene en la creación de una novela con una trama y unos personajes que protagonizan una historia determinada. No. Francisco del Río es un incansable buscador del interior de su persona, de su intuición, y trata de averiguar hacia dónde le lleva ese descubrimiento y qué debe hacer en consecuencia. Por ello, a su afán investigador hay que añadir los numerosos viajes a otros países, sumergiéndose en sus culturas siempre acompañado de su inseparable cuaderno de campo. Y de todo este trabajo de investigación y creación surge “El misterio de Boletes”.
La mayor atracción de esta novela radica en la similitud de su trama con el tema de las desapariciones en el Triángulo de la Bermudas y los vórtices, si bien no es el tema principal. La historia se centra en un personaje ficticio, Tamón, que es un príncipe fenicio. Pero no es el único aspecto desarrollado. El misterio de Boletes da para mucho más.
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